domingo, 1 de noviembre de 2009

NO SON LAS VÍSCERAS

Por Claudia Ayola

Con toda la controversia de la ejecución del hipopótamo, en la página del Ministerio de Medio Ambiente se abrió un foro virtual. Sugiere el webmaster que antes de escribir la opinión al respecto, debemos leer un documento que figura en la misma página, que se titula “Hipopótamos: La verdad”
No tenía la mínima intención de opinar nada, pues en ocasiones para lo absurdo no existen otros calificativos, pero decidí entrar a leer el documento que señalaba “la verdad” frente a los hechos que rodearon la muerte de un hipopótamo con la autorización del Ministerio de Medio Ambiente.
Este documento, con nombre de película de policías gringos, parece un archivo con evidencia en contra del hipopótamo. Me confundió. Por qué parece que se hablara del enemigo, por qué parece que se hablara del objetivo militar ¿acaso un hipopótamo no es un animal salvaje que debemos proteger?
Expresiones como: expediente de los hipopótamos, ingreso al país, salida de la hacienda Nápoles, antecedentes de los hipopótamos de la hacienda Nápoles, un pie de una fotografía que dice “Ternero víctima de los ataques de uno de los hipopótamos”, otro pie de fotografía que dice “detalle de la herida causada por uno de los grandes colmillos de los paquidermos” y unas cartas de apoyo, hacen parte del contenido de “Hipopótamos: La verdad”
En el documento hay incluso un link con el video testimonial de un ganadero que habla de los peligros que representaba el hipopótamo ejecutado. El animal cometía crímenes terribles, pues mataba a los terneros antes de que fueran llevados al matadero y consumidos en la cena del domingo acompañado de una buena porción de papas fritas. Era un completo asesino ese hipopótamo cruel que impidió que un par de terneros llegaran al plato de alguien.
En una reconocida cadena radial se explicó que el informe entregado por Corantioquia sobre la cacería del hipopótamo, dice que la entidad avaló la presencia de Federico y Christian Pfiel Schneider, dos extranjeros que figuran como los representantes de la Porshe en Colombia, y quienes fueron los encargados de la cacería del animal para su colección privada.
Soy carnívora. Como carne hasta en el desayuno. Como carne roja. No soy vegetariana. Dejo la luz encendida, consumo más plástico y papel del necesario. No reciclo. Uso vehículos aún para recorrer cortas distancias. Gasto más agua de la necesaria. Todo esto, aunque me da vergüenza, lo hago. Lo hago de la misma manera que lo hace la gente que está tan equivocada como yo. No soy ecologista ni ambientalista, no pienso cada noche en el calentamiento global, ni me la paso sufriendo porque los osos polares dejaran de existir en poco tiempo.
Sin embargo, la ejecución del hipopótamo con el aval del Ministerio del Medio Ambiente, resulta un despropósito. En Colombia parece más fácil usar una bala que resolver un problema y me da risa que el Ministerio, con el fin de defenderse, culpa al hipopótamo. Reacción pueril.
Me da risa que tenemos la guerra y el conflicto armado tan metido en la cabeza que le abrimos un ridículo expediente a un animal muerto para hacerlo pasar por un asesino. Me da risa que aparezcan los nombres de estos virtuosos cazadores, que estoy segura, no ejecutaron al hipopótamo por un admirable acto de altruismo. Es una risa nerviosa, la risa que me produce el dolor.
Dicen que las vísceras del hipopótamo no fueron enterradas adecuadamente y que por días un pestilente olor invade toda la zona. Tengo una teoría: No son las vísceras del animal, son los cerebros de aquellos que tomaron esta decisión y la ejecutaron. Apestan.


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